domingo, 21 de diciembre de 2014
sábado, 13 de diciembre de 2014
LA RELACIÓN ENTRE FRACASO ESCOLAR Y CARENCIA EMOCIONAL
Hoy en día muchos niños inteligentes fracasan
académicamente, y no reaccionan ni prometiéndoles de todo. Es importante
ahondar en la causa de tal fracaso: puede ser que lo que estudien sea explicado
de forma aburrida y tediosa, y los niños de hoy en día son demasiado vivos como
para asimilar la información de una forma tan arcaica; en otras ocasiones
reflejan un problema emocional subyacente: niños con carencia emocional que
necesitan de padre y madre y apenas tienen el contacto de los dos, dificultades
de sociabilización en el colegio, separación de sus padres, nacimiento de un
hermano, etc. . Hay que averiguar qué le está pasando, por dónde está
transitando.
Cuando un niño tiene dificultades de tipo emocional, es
muy fácil que esto se refleje académicamente. Para aprender, necesitamos estar
vivos, interesados, curiosos y equilibrados emocionalmente.
El estudio requiere concentración, y todos sabemos que cuando no nos encontramos bien, estamos más despistados, desorientados, menos motivados a realizar trabajos que requieren concentración y cierta disciplina, así que desde de mi punto de vista el equilibrio emocional es una variable a tener en cuenta si queremos tener cierto éxito académico.
El estudio requiere concentración, y todos sabemos que cuando no nos encontramos bien, estamos más despistados, desorientados, menos motivados a realizar trabajos que requieren concentración y cierta disciplina, así que desde de mi punto de vista el equilibrio emocional es una variable a tener en cuenta si queremos tener cierto éxito académico.
Dori Pena Gayo – Psicóloga
martes, 2 de diciembre de 2014
LA FALTA DE CONTACTO
FAMILIAR PROVOCA PROBLEMAS DE COMPORTAMIENTO EN LOS NIÑOS
Hoy en día apenas hay tiempo para disfrutar de nuestros hijos.
Ambos padres trabajan, y tienen el tiempo justo para dedicárselo a sus hijos.
Es importante para la familia sustituir cantidad por calidad. Es necesario que
se encuentre un momento al día para la charla, el respiro, el contacto… Con un
poco de tiempo de dedicación real entre hijos y padres subsanaría mucho del
malestar actual.
Generalmente detrás de un niño que demuestra problemas de
comportamiento suele haber carencia emocional.
Hoy en día se invierte mucho esfuerzo y dinero para que los niños
sean “grandes”..., sepan de todo, estén preparados para el futuro, estudien idiomas, practiquen deportes,
actúen, canten, bailen…. El deseo de muchos padres es que su hijo sea lo más
completo posibles en actividades pero muchas veces se olvidan de lo esencial:
el tiempo dedicado a no hacer nada, a relajarse, a lo espontáneo, al juego con
los amigos lejos de tanta organización, al achuche tierno con la madre o el
padre, a la charla de cómo le ha ido el día sin censura… al acompañamiento
relajado sin tanta presión alrededor.
He conocido niños con tal programa diario que hasta tenían
actividades en domingo, los siete días de la semana, sin descanso.
Muchos pacientes niños lo único que desean es un poquito de tiempo
al día con su padre o madre; y te rompe escucharlo porque son muy conscientes
de su deseo, pero no lo expresan en casa, algunos por no agobiar más a su
familia que ya la ve bastante agobiada, y otros porque no son tan conscientes o
son más pequeñitos y no pueden elaborar con la misma conciencia su deseo, pero
detrás de cualquier anomalía, suele haber bastante carencia.
Esta falta de contacto familiar
los niños lo exteriorizan con comportamientos difíciles de manejar para
los padres, o bien se vuelven rebeldes tratando de llamar la atención de sus
progenitores, o bien se vuelven extremadamente obedientes y contenidos, el
típico niño bueno que no da problemas, pero que se le ve triste y serio, a
veces con dificultades académicas por falta de interés, un niño desvitalizado.
Su energía vital la contiene para no generar más problemas de los que ve a su
alrededor. Sólo cuando se hace visible algún comportamiento de este estilo, los
padres se paran a pensar que algo no va bien, frenan su ritmo y ponen atención
a su hijo.
Dori Pena Gayo - Psicóloga
viernes, 14 de noviembre de 2014
jueves, 25 de septiembre de 2014
Entrevista a Carl Honoré: "El tiempo de ser niño"
“Criar un hijo debería ser un viaje, tomar su mano y decir: vamos a descubrir quién eres tú, con todo el misterio, la incertidumbre, la alegría y las lágrimas”, dice Carl Honoré. Para avanzar en esta dirección, se necesita reducir la velocidad y propiciar momentos de silencio, que inviten a mirar dentro y buscar los propios recursos. Y la escuela deberá abrir puertas y enseñar a los niños a amar el aprendizaje, a hacer preguntas para que cada uno encuentre su camino. Así, el paso de la infancia a la edad adulta será un tránsito más fluido.
¿Cómo valora la evolución de la infancia en las últimas décadas?
Para mí el rasgo más significativo es el control del adulto de los más mínimos detalles en la vida del niño. Nuestra sociedad oscila entre hacer demasiado y hacer poco. Por un lado, los cuidamos y protegemos con una energía sobrehumana, preparamos su futuro, creamos una imagen perfecta de lo que debe ser un “niño perfecto”, un “super-niño”. Por otro, no somos capaces de imponer disciplina. Los padres, en particular, hemos perdido la capacidad de decir no. Pasamos mucho tiempo educando a nuestros hijos, enseñándoles cosas, llevándolos en coche de una actividad a otra, del fútbol al tenis o a piano, pero no el suficiente estando, simplemente estando, con ellos, escuchándolos, jugando, charlando. Hay algo claustrofóbico e intensamente paranoico en las relaciones con los hijos.
¿Cuáles son las causas de esta situación?
Han confluido en ella un conjunto de tendencias históricas. Una de ellas es la globalización de la economía. El mercado de trabajo es ahora más inestable. Antes los empleados eran para toda la vida, salías de la universidad y te colocabas inmediatamente. La incertidumbre genera mucha ansiedad y esto se manifiesta en un impulso por equipar a los niños para el futuro, que resulta excesivo. La incertidumbre y la ansiedad están en los discursos políticos, en las conversaciones de los padres, en las escuelas. Y la cuestión es cómo equipar a los hijos y con qué. La segunda tendencia es la cultura del consumismo, que ya existía en el siglo XX, pero que ha alcanzado su apoteosis en los últimos años, infectando todos los rincones de nuestra cultura y colonizando nuestras vidas. El consumismo aumenta las expectativas, nos impulsa a quererlo todo perfecto. Queremos dientes perfectos, cuerpos perfectos, una cocina perfecta, perfectas vacaciones y también un hijo perfecto que encaje en la familia perfecta. No es suficiente que un niño juege dando patadas a un balón. Tiene que estar en un equipo y si es posible en la liga. Es todo o nada.
Luego están los cambios demográficos…
Sí, las familias de hoy son las más pequeñas de la historia. Nos casamos a edad avanzada y las mujeres son madres, por primera vez, a los 39. Todo esto genera ansiedad y preocupación. El simple hecho de tener un hijo se convierte en algo muy importante, un enorme esfuerzo, una gran inversión de tiempo y dinero. Con un único hijo, te lo juegas todo a una carta. Nunca tienes la experiencia de lo diferentes que son los niños ni de lo limitada que puede ser tu influencia sobre ellos. Para moldearlos, les aplicamos la cultura del management y los resultados son que nos profesionalizamos como padres y perdemos el contacto con nuestro instinto natural. Hay mucho miedo y mucha presión del entorno para que lo hagamos muy bien, leamos muchos libros, compremos juguetes muy caros, con mucha tecnología y los llevemos a actividades con expertos, cuando, por el contrario, la ciencia nos dice que el juego, el juego espontáneo, es lo más apropiado para desarrollar el cerebro infantil.
¿Diría que hay sólo una forma de ser niño o varias?
La globalización nos promete aumentar nuestras posibilidades de elección, pero en realidad las está restringiendo. Hoy puedes dormir en el mismo hotel en Barcelona, Londres, Berlín o Tokio. La gente sigue la misma moda en Corea del Sur y en Andalucía, escuchan música en idénticos Ipod. Y lo mismo ocurre con la infancia, hemos creado un ideal estándar del niño perfecto: muy organizado, muy ocupado, siempre haciendo cosas controladas y supervidadas por adultos. Por eso escribí Bajo presión: quería poner en cuestión la idea de un niño único. Crecer no tiene por qué ser una carrera; algunos leerán más pronto, otros serán muy buenos jugando al fútbol y luego perderán interes por este deporte. Cada persona tiene su propio ritmo. La vida moderna impone a todos un ritmo muy rápido y no acepta el error ni el fracaso. Esto crea una atmósfera de ansiedad y miedo que no es saludable. La infancia es un espejo, refleja lo bueno y lo malo de cada sociedad.
Ese niño estandarizado, ¿no parece más bien un adulto?
Es verdad, en cierto sentido los niños se han “adultizado”, pero en otro están más infantilizados. Digamos que se va en las dos direcciones. Por un lado, les presionamos para que sean adultos cada vez más pronto: surfean en google y ven pornografía a los siete años, tienen agendas muy apretadas. Por otro, les infantilizamos, tememos lo que pueda ocurrirles, no les dejamos asumir riesgos, ni salir a la calle o ir solos ala escuela ¡hasta los 29¡ Los mantenemos en una burbuja. La infancia se ha vuelto demasiado valiosa para dejársela a los niños; queremos controlar, medir, mejorar. La infantilización y el management son dos aspectos de lo mismo. Antes de la aparición de la escuela, los niños eran muy adultos. La infancia es un constructo moderno, un producto de nuestra cultura.
Que no existe en otras partes del mundo…
Efectivamente, los niños de la calle en Brasil o India llevan vidas de adultos, aunque también son niños. Necesitan satisfacer necesidades básicas de alimentación, salud, hogar, educación. ¿Debemos exportar nuestro modelo de niño occidental? La respuesta es no, porque no funciona. De mi experiencia en Sudamérica, recuerdo que tienen una chispa increíble y una sorprendente capacidad para jugar, reír, ser independientes y crear; son muy inteligentes, muy capaces de sobrevivir. Tienen mucho que enseñarnos. Disponen de tiempo para vagar por las calles pero, claro, deberían ir a la escuela. Sin embargo, hay cosas positivas en esa libertad. Hemos creado dos tipos de niños: unos están excesivamente controlados, sobreprotegidos y consentidos, y otros no tienen ningún control, ninguna protección y no reciben ningún mimo. Deberíamos equilibrar la situación, dar más espacio y tiempo a los niños occidentales y más alimentación, salud y escuela a los del tercer mundo, respetando su libertad.
¿Cuáles son las consecuencias de este modelo de infancia?
Las estamos viendo. Los maestros se quejan de niños “problemáticos”, que son incapaces de resolver los conflictos porque nunca han podido juntarse con cuatro o cinco amigos sin que un adulto dirija y controle su juego. Así que no han desarrollado esa habilidad. En los campus universitarios, jóvenes a quienes nunca les han permitido asumir sus responsabilidades se sienten incapaces de enfrentarse a todo. Los móviles se han convertido en el cordón umbilical más largo de la historia y los padres continúan dirigiendo a sus hijos, incluso para elegir un empleo. Si el objetivo de la paternidad es ayudar a los hijos a ser autónomos, estamos fracasando. Y sin embargo, la economía necesita personas capaces de pensar libremente, de asumir riesgos y desafíos, de emprender. ¿Cuál es el beneficio de criar una generación que sólo sabe seguir las reglas y entrar en el molde, en lugar de pensar fuera de él?
Una generación que no ha vivido su infancia plenamente…
Que ha perdido la alegría de ser niño. Nos estamos privando de ese sonido mágico que es la risa de los niños. Esa increible capacidad infantil para jugar y sumergirse en un mundo inventado: “ver el mundo en un grano de arena y sostener el infinito en la palma de tu mano”, como decía William Blake. Hace poco ví una viñeta estupenda en el New Yorker magazine. Una pareja contempla a su hijo recién nacido, y uno de ellos dice: “¡Oh mira, va a ser abogado¡”. Es sólo un bebé, pero ya lo ven como un proyecto. Criar a un hijo debería ser un viaje, cogerlo de la mano y decir: “vamos a descubrir quién eres”, con todo el misterio, la incertidumbre, la alegría y las lágrimas. Pero si decides que tu hijo irá a Oxford, será abogado y trabajará en el City Bank, ¿dónde está la magia? Tal vez él quiera ser músico, arquitecto o periodista. En España, una cifra record de universitarios abandonan en el primer año de carrera. Quizás, por primera vez en su vida, pueden plantearse: “¿quién soy yo y qué hago en empresariales?” Y descubren que quieren ser enfermeras o fotógrafas.
¿Construirse uno mismo no es una característica de la edad adulta?
Los conceptos de infancia y adultez deberían ser más fluidos. La definición básica del adulto es la de alguien que dirige su vida. Con los niños hay un límite porque no tienen las mismas capacidades a los dos años que a los quince. Pero gradualmente, al ritmo adecuado para cada persona, los padres deberían ceder el contro, darles la responsabilidad de tomar sus propias decisiones.
¿Cómo sería una infancia “lenta”?
Es una especie de equilibrio. No estoy abogando, en absoluto, por el laissez faire. Los niños necesitan estímulo, presión, competición, estructura. Pero sólo de vez en cuando, no siempre. También necesitan espacio para explorar el mundo a su manera, a su ritmo, para crear, inventar, incluso para aburrirse. Hoy nos aterroriza el aburrimiento. Vivimos en una “cultura del hacer” que no contempla la posibilidad de ir despacio, de parar, incluso de no hacer nada. Estamos continuamente ocupados, corriendo en pleno ruido electrónico. Nadie disfruta de unos momentos de silencio. Esto crea una presión artificial, innecesaria. Se necesita tiempo para mirar hacia dentro, a tus propios recursos, para atravesar el aburrimiento y crear. También los adultos necesitamos relajarnos, repensar nuestra relación con el tiempo. Cuando reducimos la velocidad, somos capaces de sentir con mayor claridad. Y si sientes más, piensas y te angustias menos.
¿Qué hace usted cuando tiene prisa?
Antes solía ir siempre corriendo y mirando el rejoj. Ahora aún hago muchas cosas deprisa, pero ya no me estreso. Y si me sucede alguna vez, me paro y me digo a mi mismo ¿por qué vas tan rápido? ¿lo necesitas realmente o te han contagiado el virus de la prisa? Y si no hay ninguna razón, simplemente reduzco la velocidad. Es muy diferente y haces muchas más cosas. La paradoja de ir más despacio es que te vuelves mucho más productivo. El cerebro humano sólo puede concentrarse adecuadamente en una cosa cada vez. Intentar hacer varias, al mismo tiempo, es ineficiente e improductivo.
¿De verás tienes más tiempo?
Sí, y puedes sentirlo, no es sólo que tengas más espacio en tu agenda, es que el tiempo no pasa tan rápido y puedes hacer las cosas que quieres. Yo cuido de mis hijos por las tardes; ayer, después de la escuela, fuimos a la piscina. Despacio es más fácil.
¿La tecnología acelera nuestras vidas?
En realidad, la tecnología es una herramienta muy útil, una fuente de información y conocimiento increíble. Pero se convierte en un problema cuando los niños pasan seis o siete horas diarias deltante del ordenador. Algunos tienen 400 amigos en Facebook, y ni uno solo para ir a jugar al parque. Hay que encontrar el equilibrio.
Una tarea difícil. Muchos padres y educadores ya han tirado la toalla.
Es algo nuevo, aún estamos creando normas y protocolos para usar mejor la tecnología. Pero hay que poner límites. Los niños necesitan jugar de verdad, no con la Nintendo; necesitan amigos reales. Reflexionemos sobre la forma en que utilizamos la tecnología en la familia y en la escuela. Seguro que podemos hacer algo. Pongo un ejemplo, aunque no tenga relación con la infancia. El primer ministro inglés, David Cameron, en la primera reunión de su gabinete, prohibió el uso de Smartphones, móviles, Ipod, Blackberrys, etc. Sin aparatos, las sesiones son más creativas y productivas. Y si los ministros, todos hiperactivos, personalidades tipo A, adictos al Blackberry, quirúrgicamente conectados al Iphone, son capaces de apagarlos durante dos horas, ¿cómo no vamos a poder hacerlo en la escuela?
¿Los profesores ven también a los niños como proyectos?
El sistema escolar forma parte de uan sociedad muy controladora que no deja espacio para descubrir quién eres realmente, para crear. Hay continuos exámenes, calificaciones y datos que memorizar.
Pero una escuela sin exámenes…
Los exámenes responden a las necesidades de control, de certidumbre. A los políticos les encantan las cifras, las comparaciones, las clasificaciones: tal número de niños españoles ha obtenido tales resultados. Y puede ser muy útil, pero son una herramienta limitada. Crean una especie de ilusión, cuando en realidad no dicen mucho sobre las habilidades y aprendizajes reales. En los últimos años, la escuela se ha obsesionado con las evaluaciones, como si fuesen la única medida del valor de los alumnos. Y la presión empieza ya a los seis años. Pasamos demasiado tiempo clasificándolos en grupos de habilidad, seleccionando a los mejores, cuando los niños evolucionan a diferentes ritmos, cambian de un año para otro. Meterlos en cajas los limita. Con el exceso de exámenes se pierden muchísimos talentos; es como si les repitieras “no eres bueno, no vas a conseguirlo”.
¿Cuál sería, entonces, el papel de la escuela?
La escuela debe abrir las mentes en lugar de cerrarlas, exponer a los niños al mayor número de ideas, de formas de pensar, a los mejores conocimientos. Enseñarles a amar el aprendizaje, a interesarse por las cosas, a hacer preguntas y ser curiosos. Ayudar a cada niño a encontrar su camino, a descubrir sus gustos y sus capacidades. Necesitamos una escuela abierta que ofrezca a todos las mismas oportunidades. No creo que su función sea formar a los chicos para los mejores empleos. Eso viene más tarde. Deberíamos preparar al mayor número de personas para que realicen todo su potencial, que sean capaces de pensar creativamente, de trabajar en grupo, en red, de resolver problemas de manera interdisciplinaria. Lleva tiempo cambiar un sistema tan complejo como el educativo; es un proceso largo, pero necesario.
¿Se plantearía eliminar el currículo y dar más libertad a las escuelas?
Sí, pero manteniendo algunas estructuras. El currículo oficial puede reducirse a algunos puntos esenciales. En el mundo atomizado en que vivimos, los estados necesitan conservar un cuerpo de conocimientos comunes, una base sólida, accesible a todos. Por ejemplo, una historia nacional que los ciudadanos conocen y comprenden, algunas bases en matemáticas, en ciencias… El resto, lo dejaría libre para que la escuela y el profesor elijan las modalidades, el momento adecuado. La flexibilidad permite adaptarse a cada niño, a cada familia, a cada comunidad. Esto sucede ya en algunos países, como Finlandia. Los sistemas educativos que mejor funcionan en el mundo son los que están más descentralizados. Afortunadamente, hay cambios positivos en todas partes.
¿Puede citar algunos ejemplos?
Hace unos meses, en Canadá, abrieron la primera guardería al aire libre, algo como un jardín secreto que vas a visitar. Hay que tener en cuenta que allí las temparaturas pueden bajar hasta menos 20 grados. El año pasado, Toronto se convirtió en el primer estado de Norteamérica que ha impuesto límites estrictos a los deberes en todos los cursos. Y otros estados se están planteando hacer lo mismo. Aquí en Inglaterra, el ministro de educación se propone dar más libertad a las escuelas y a los profesores. En todas partes, los padres crean grupos para reflexionar sobre la forma de educar.
¿Cree que su libro puede tener algo que ver?
Puede ser, pero la crisis también influye. Con menos dinero, las familias comen más en casa, compran menos juguetes tecnológicos, gastan menos en actividades extraescolares. Y hay una especie de movimiento cultural del que mi libro forma parte. Algunas personas me escriben diciendo que lo están utilizando para repensar su escuela o su familia… Es agradable sentir que lo que escribes tiene un efecto sobre la gente.
Fuente: Cuadernos de Pedagogía. Nº 407 diciembre 2010.
jueves, 7 de agosto de 2014
sábado, 7 de junio de 2014
lunes, 26 de mayo de 2014
lunes, 21 de abril de 2014
Fracaso escolar
El fracaso escolar muchas veces viene de un exceso de tareas sin sentido. Para que un niño se involucre en el proceso educativo ha de vivir lo que aprende, resultarle interesante, y la mayoría de las veces no es así.
El niño estudia sin interesarle lo que le muestran, sólo para sacar buenas notas, para que sus compañeros o profesores lo valoren, para que sus padres estén orgullosos de él, ...., pero ... nada de eso tiene que ver con el gusto por aprender, nada tiene que ver con la curiosidad innata del ser humano por descubrir más allá.
Lo que aprenden suele ser tan aburrido, mostrado con tan poca creatividad, que matan la futuro interés de ese niño por descubrir el mundo que le rodea, y que si se lo mostrasen de otra manera, igual acabaría maravillado.
Si machacamos a nuestros niños ya desde pequeñitos con deberes abusivos que los soterra en casa a veces sin poder salir a la calle. Si en el colegio las materias a explicar se muestran de forma tediosa, sin involucrar al chaval en el conocimiento. Si hacemos de algo interesante, algo aburrido, .... es normal que exista fracaso escolar. Si quemamos a un niño desde pequeñito, cuando sea mayor y pueda decidir por si solo, dejará todo porque le aburre profundamente estudiar, y eso se podría cambiar. Existen otros modelos educativos con mucho éxito y más actualizados que el español que todavía sigue educando a los niños del siglo XXI como antiguamente. Deberes, chapar, deberes, chapar.....
Dori Pena Gayo - Psicóloga (colegiada G-4975)
El niño estudia sin interesarle lo que le muestran, sólo para sacar buenas notas, para que sus compañeros o profesores lo valoren, para que sus padres estén orgullosos de él, ...., pero ... nada de eso tiene que ver con el gusto por aprender, nada tiene que ver con la curiosidad innata del ser humano por descubrir más allá.
Lo que aprenden suele ser tan aburrido, mostrado con tan poca creatividad, que matan la futuro interés de ese niño por descubrir el mundo que le rodea, y que si se lo mostrasen de otra manera, igual acabaría maravillado.
Si machacamos a nuestros niños ya desde pequeñitos con deberes abusivos que los soterra en casa a veces sin poder salir a la calle. Si en el colegio las materias a explicar se muestran de forma tediosa, sin involucrar al chaval en el conocimiento. Si hacemos de algo interesante, algo aburrido, .... es normal que exista fracaso escolar. Si quemamos a un niño desde pequeñito, cuando sea mayor y pueda decidir por si solo, dejará todo porque le aburre profundamente estudiar, y eso se podría cambiar. Existen otros modelos educativos con mucho éxito y más actualizados que el español que todavía sigue educando a los niños del siglo XXI como antiguamente. Deberes, chapar, deberes, chapar.....
Dori Pena Gayo - Psicóloga (colegiada G-4975)
sábado, 5 de abril de 2014
Claudio Naranjo: "La educación que tenemos roba a los jóvenes la conciencia, el tiempo y la vida"
Cuando uno escucha a este psiquiatra chileno de 75 años da la sensación de estar frente al Jean-Jacques Rousseau de nuestro tiempo.
Cuenta que estaba bastante dormido hasta que en los años 60 se fue a vivir a EE.UU., allí fue discípulo de Fritz Perls, uno de los grandes terapeutas del siglo XX y formó parte del equipo del Instituto Esalen en California. Allí tuvo grandes experiencias en el mundo terapéutico y en el mundo espiritual. Contactó con el sufismo y se convirtió en uno de los introductores de Eneagrama en occidente. También bebió del budismo tibetano y el zen.
Claudio Naranjo ha dedicado su vida a la investigación y a la docencia en Universidades como Hardvard y Berkeley. Ha fundado el programa SAT, una integración de la terapia Gestalt, el Eneagrama y la Meditación para enriquecer la formación de profesores. En este momento está lanzando un aviso muy contundente: o cambiamos la educación o este mundo se va a pique.
-Dices que para cambiar el mundo hay que cambiar la educación ¿cuál es la problemática de la educación y cuál es tu propuesta?
-La problemática en la educación no es de ninguna manera la que a los educadores les parece que es. Creen que los estudiantes ya no quieren lo que se les ofrece. A la gente se le quiere forzar a una educación irrelevante y se defiende con trastornos de la atención, con desmotivación. Yo pienso que la educación no está al servicio de la evolución humana sino de la producción o más bien de la socialización. Esta educación sirve para domesticar a la gente de generación en generación para que sigan siendo unos corderitos manipulables por los medios de comunicación. Esto es socialmente un gran daño. Se quiere usar la educación como una manera de meter en la cabeza de la gente una manera de ver las cosas que le conviene al sistema, a la burocracia. Nuestra mayor necesidad es la de una educación para evolucionar, para que la gente sea lo que podría ser.
La crisis de la educación no es una crisis más entre las muchas crisis que tenemos, sino que la educación está en el centro del problema. El mundo está en una crisis profunda porque no tenemos una educación para la conciencia. Tenemos una educación que en cierto modo le está robando a la gente su conciencia, su tiempo y su vida.
El modelo de desarrollo económico de hoy ha eclipsado el desarrollo de la persona.
-¿Cómo sería una educación para que seamos seres completos?
-La educación enseña a la gente a pasar exámenes, no a pensar por si misma. En un examen no se mide la comprensión, se mide la capacidad de repetir. ¡Es ridículo, se pierde una cantidad tan grande de energía! En lugar de una educación para la información, se necesitaría una educación que se ocupe del aspecto emocional y una educación de la mente profunda. A mi me parece que estamos presos entre una alternativa idiota, que es la educación laica y una educación autoritaria que es la educación religiosa tradicional. Está bien separar Estado e Iglesia pero, por ejemplo en España, han echado por la borda el espíritu como si religión y espíritu fueran la misma cosa. Necesitamos que la educación atienda también a la mente profunda.
-¿Cuándo hablas de espiritualidad y de mente profunda a qué te refieres exactamente?
-Tiene que ver con la conciencia misma. Tiene que ver con aquella parte de la mente de la que depende el sentido de la vida. Se está educando a la gente sin ese sentido. Tampoco es la educación de valores porque la educación de valores es demasiado retórica e intelectual. Los valores deberían ser cultivados a través de un proceso de transformación de la persona y esta transformación está muy lejos de la educación actual.
La educación también tiene que incluir un aspecto terapéutico. Desarrollarse como persona no se puede separar del crecimiento emocional. Los jóvenes están muy dañados afectiva y emocionalmente por el hecho de que el mercado laboral se traga a los padres y ya no tienen disponibilidad para los hijos. Hay mucha carencia amorosa y muchos desequilibrios en los niños. No puede aprender intelectualmente una persona que está dañada emocionalmente.
Lo terapéutico tiene mucho que ver con devolverle a la persona la libertad, la espontaneidad y la capacidad de conocer sus propios deseos. El mundo civilizado es un mundo domesticado y la enseñanza y la crianza son instrumentos de esa domesticación. Tenemos una civilización enferma, los artistas se dieron cuenta hace mucho tiempo y ahora cada vez más los pensadores.
-A la educación parece solo interesarle desarrollar la parte racional de la gente ¿Qué otras cosas podrían desarrollarse?
-Yo pongo énfasis en que somos seres con tres cerebros: tenemos cabeza (cerebro intelectual), corazón (cerebro emocional) y tripas (cerebro visceral o instintivo). La civilización está íntimamente ligada por la toma de poder por el cerebro racional. Con el momento en que los hombres predominaron en el dominio político, unos 6000 años atrás, se instaura esto que llamamos civilización. Y no es solamente el dominio masculino ni el dominio de la razón sino también de la razón instrumental y práctica, que se asocia con la tecnología; es este predominio de la razón instrumental sobre el afecto y sobre la sabiduría instintiva lo que nos tiene tan empobrecidos. La plenitud la puede vivir sólo una persona que tiene sus tres cerebros en orden y coordinados. Desde mi punto de vista necesitamos una educación para seres tri-cerebrados. Una educación que se podría llamar holística o integral. Si vamos a educar a toda la persona, hemos de tener en cuenta que la persona no es solo razón.
Al sistema le conviene que uno no esté tanto en contacto consigo mismo ni que piense por sí mismo. Por mucho que se levante la bandera de la democracia, se le tiene mucho miedo a que la gente tenga voz y tenga conciencia.
La clase política no está dispuesta a apostar por la educación.
La clase política no está dispuesta a apostar por la educación.
-La educación nos sumerge en un mar de conceptos que nos separan de la realidad y nos aprisiona en nuestra propia mente ¿Cómo se puede salir de esa prisión?
-Es una gran pregunta y es una pregunta necesaria en el mundo educacional. La idea de que lo conceptual sea una prisión requiere una cierta experiencia de que la vida es más que eso. Para uno que ya tiene el interés en salir de la prisión de lo intelectual, es muy importante la disciplina de detener la mente, la disciplina del silencio, como se practica en todas las tradiciones espirituales: cristianismo, budismo, yoga, chamanismo… Parar los diálogos internos en todas las tradiciones de desarrollo humano ha sido visto como algo muy importante. La persona necesita alimentarse de otra cosa que conceptos. La educación quiere encerrar a la persona en un lugar donde se la somete a una educación conceptual forzada, como si no hubiera otra cosa en la vida. Es muy importante, por ejemplo, la belleza. La capacidad de reverencia, de asombro, de veneración, de devoción. No tiene que ver necesariamente con una religión o con un sistema de creencias. Es una parte importante de la vida interior que se está perdiendo de la misma manera en que se están perdiendo los espacios bellos de la superficie de la Tierra, a medida que se construye y se urbaniza.
-Precisamente quería preguntarte tu opinión sobre la crisis ecológica que vivimos.
-Es una crisis muy evidente, es la amenaza más tangible de todas. Se puede prever fácilmente que con el calentamiento de la Tierra, con el envenenamiento de los océanos y otros desastres que están pasando, no vamos a poder sobrevivir tantas personas como las que somos ahora.
Estamos viviendo gracias al petróleo y consumimos más recursos de los que la tierra produce. Es una cuenta atrás. Cuando se nos acabe el combustible será un desastre para el mundo tecnológico que tenemos.
La gente a la que llamamos más primitiva como los indígenas tienen una forma de tratar a la naturaleza que no viene del sentido utilitario. En la ecología como en la economía y otras cosas, hemos querido prescindir de la conciencia y funcionar sólo con argumentos racionales y eso nos está llevando al desastre. La crisis ecológica sólo puede pararse con un cambio de corazón, verdadera transformación, que sólo la puede dar un proceso educativo. Por eso no tengo mucha fe ni en las terapias ni en las religiones. Solo una educación holística podría prevenir el deterioro de la mente y del planeta.
-¿Podríamos decir que has encontrado un equilibrio en tu vida a esas alturas?
-Yo diría que cada vez más, aunque no he terminado el viaje. Soy una persona que tiene mucha satisfacción, la satisfacción de estar ayudando al mundo en el que estoy. Vivo feliz, si se puede ser feliz en esa situación trágica en la que estamos todos.
-Desde tu experiencia, tu trayectoria y tu madurez, ¿cómo procesas el hecho de la muerte?
-En todas las tradiciones espirituales se aconseja vivir con la muerte al lado. Hay que hacerse a esa evidencia de que somos mortales y creo que el que toma la muerte en serio no será tan vano. No tienes tanto miedo a cosas pequeñas cuando hay una cosa grande de la cual preocuparte más. Yo creo que la muerte sólo puede superarla uno que en cierto modo muere antes de morir. Uno tiene que morir a la parte mortal, a la parte intrascendente. Los que tienen suficiente tiempo y vocación y que llegan suficientemente lejos en este viaje interior se encuentran tarde o temprano con su verdadero ser. Y ese ser interior o ese ser lo que uno es, es algo que no tiene tiempo y que le da a una persona una cierta paz o un sentido de invulnerabilidad. Estamos muy absortos en nuestra vida cotidiana, en nuestros pensamientos de alegría, tristeza, etc… No estamos en nosotros, no estamos atentos a quien somos. Para eso necesitamos estar muy en sintonía a nuestra experiencia del momento. Esta es la condición humana, estamos viviendo hacia el pasado y el futuro, el aspecto horizontal de nuestra vida. Pero poco atentos a la dimensión vertical de nuestra vida, el aspecto más alto y más profundo, eso es el espíritu y es nuestro ser y la llave para acceder es el aquí y ahora.
A veces vamos en busca del ser y a veces nos confundimos en la búsqueda de otras cosas menos importantes como la gloria.
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Más información sobre Claudio Naranjo en
http://www.fundacionclaudionaranjo.com
http://www.fundacionclaudionaranjo.com
sábado, 22 de marzo de 2014
"No es más inteligente el que más nota saca"
Día 01/10/2013 - 10.23h
La teoría de las ocho inteligencias de Howard Gardner vuelve a irrumpir con fuerza en el mundo educativo
«Durante muchos años se ha creído que el niño que mejor sumaba y restaba o el que más nota sacaba de la clase era el más inteligente. Nadie preguntaba si ese niño sabía cantar, o cómo se relacionaba con los demás. En los últimos años, esto ha cambiado. Ahora se sabe quedebemos educar para resolver los problemas que nos encontremos en la vida, no para destacar en el colegio», asegura Esperanza García Ruíz, coordinadora pedagógica de las escuelas infantiles Alaria, y asesora de la juguetería Imaginarium.
El responsable de este radical giro en la educación, recuerda esta experta, es el psicólogo norteamericano Howard Gardner, Príncipe de Asturias en la categoría de Ciencias Sociales por su teoría de las ocho inteligencias: la lingüística, la lógico-matemática, la visual-espacial (dibujar, interpretar un mapa), la musical, la corporal (danza, deportes), la intrapersonal (conocimiento de uno mismo), la interpersonal (conocimiento de los demás) y la naturalista (observación y clasificación de las cosas).
Este concepto, dado a conocer por este laureado profesor de Harvard allá por los años ochenta, está ahora más en boga que nunca. De hecho su tesis, además de reconocer al máximo nivel capacidades que antes eran menospreciadas frente a las habilidades académicas tradicionales, ha obligado a muchos pedagogos a intentar replantear el sistema educativo. «Aunque en las primeras etapas todos tenemos que aprender lo mismo, no todos lo hacemos de la misma forma, ni en el mismo momento. Cada uno tiene sus tiempos, y es importante respetarlos», aclara esta experta.
Desde el hogar
Las familias también tienen mucho que decir de esto. «Es importante que los padres sepan que ninguna inteligencia es más que la otra. Todas son igual de importantes», remarca Esperanza García Ruiz. Eso sí, prosigue, «es fundamental que los padres sepan detectar cuanto antes en qué destacan, qué es lo que más les gusta a sus hijos, o aquello que les resulta más fácil aprender. Y ojo, porque muchos deben hacer un gran esfuerzo por ser realistas y separar entre lo que a ellos les gustaría que fuera el niño y lo que este de verdad es. Como dice Gardner, es crucial no proyectar en ellos sus prioridades, pasiones ni debilidades». «También deben conocer aquello que más les cuesta, para darles apoyo en esa área», añade.
¿Cómo? «Ofreciéndoles estímulos de todo tipo para que jueguen, manipulen, se muevan... Los niños aprenden jugando. Pero igual de importante es saber ilusionar a los más pequeños en el aprendizaje». Además, concluye García Ruiz, «los padres se pueden llevar más de una sorpresa. La inteligencia no es estática y, por fortuna, el ser humano está aprendiendo durante toda su vida».
viernes, 21 de marzo de 2014
Un joven chino no aguanta la presión y salta por la ventana durante un examen (+18)
El sistema educativo en China es muy estricto. Los jóvenes destacan por estar excelentemente formados en distintas áreas, especialmente en matemáticas. Para conseguirlo, son sometidos a estrictos métodos educativos desde pequeños.
Las cámaras de seguridad grabaron a este estudiante durante un examen de acceso a la universidad, el cual se levanta inmediatamente de su escritorio y salta por la ventana, según el New York Daily News.
La ubicación y el nombre de la escuela aún no se han revelado, ni tampoco si el niño ha conseguido sobrevivir.
Lo más inquietante de todo es que los estudiantes que dañen a sí mismos debido a la presión académica no son casos extraños en China.
A principios de este mes, se informó también de que un niño de 9 años de edad se clavó los pinchos de metal de un clasificador en el estómago tras sacar 99% en su examen.
El muchacho estaba enfadado consigo mismo por no haber llegado al 100% en la prueba.
viernes, 14 de marzo de 2014
domingo, 2 de marzo de 2014
jueves, 13 de febrero de 2014
Carta de un hijo a sus padres separados
No traten de disipar mi dolor con grandes regalos y diversiones. Me duele el corazón y éste no sana con risas sino con caricias. Todo lo que necesito es la garantía de que, aunque estén separados, ninguno de los dos me abandonará
Díganme con palabras y actitudes que puedo seguir amándolos a los dos y ayúdenme a mantener una relación estrecha con ambos. Después de todo, fueron ustedes quienes se escogieron mutuamente como mis padres.
No me pongan de testigo, de árbitro ni de mensajero en sus peleas y conflictos. Me siento utilizado y responsabilizado por arreglar un problema que no es mío. Tengan en cuenta que todo lo que hagan para perjudicarse mutuamente, quiéranlo o no, en primer lugar me lastimará personalmente a mí.
No se critiquen ni se menosprecien delante de mí, así todo lo que digan sea la verdad. Entiendan que por malos que hayan sido como esposos, son mis padres y por lo tanto yo necesito verlos a ambos como lo máximo.
No peleen a ver cuál se queda conmigo, porque no soy de ninguno, pero los necesito a los dos. Recuerden que estar conmigo es un derecho, no un privilegio que tienen ambos y que tengo yo.
No me pongan en situaciones en que tenga que escoger con quién irme, ni de que lado estoy. Para mi es una tortura porque siento que si elijo a uno le estoy faltando al otro, y yo los quiero y los necesito a los dos.
Díganme que no tengo la culpa de su separación, que ha sido su decisión y que yo nada tengo que ver. Aunque para ustedes esto sea obvio, yo me culpo porque necesito conservar su imagen intacta, y por lo tanto, el único que puede haber fallado debo ser yo.
Entiendan que cuando llego furioso después de estar con mi padre/madre, no es porque él/ella me envenene sino que estoy triste y tengo rabia con ambos porque ya no puedo vivir permanentemente con los dos.
Nunca me incumplan una cita o una visita que hayan prometido. No tienen idea de la ilusión con la que espero su llegada, ni el dolor tan grande que me causa ver nuevamente que han fallado.
Denme permiso de querer a la nueva pareja de mi padre/madre. Aunque en el fondo del alma me duele aceptarla, yo quiero ganármela para no perder al padre/madre que pienso que me dejó por ella.
No me pidan que sirva de espía ni que les cuente cómo vive o qué hago con mi otro padre. Me siento desleal para con él, y no quiero ser un soplón.
No me utilicen como instrumento de su venganza, contándome todo lo "malo" que fue mi padre/madre. Lo único que con seguridad lograrán es que me llene de resentimiento contra quien trata de deteriorarme una imagen que necesito mantener muy en alto.
Asegúrense que comprendo que aunque su relación matrimonial haya terminado, nuestra relación es diferente y siempre seguirá vigente. Recuerden que aunque la separación pueda constituir para ustedes una oportunidad para terminar con un matrimonio desdichado o para establecer una nueva relación, para mí constituye la pérdida de la única oportunidad que tengo para criarme al lado de las personas que más amo y necesito: mi papá y mi mamá.
Recuerden que lo mejor que pueden hacer por mí -ahora que ya no se aman es respetarse mutuamente.
http://sonnuevostiempos.blogspot.com.es/2008/11/carta-de-un-hijo-sus-padres-separados.html
miércoles, 29 de enero de 2014
Educar en valores y esfuerzo
Se debería ir hacia un mundo donde se potenciara más la cooperación que la competitividad, donde se aprendiese a valorar el trabajo de cada colectivo, y de cada pieza que saliese al mercado, en lugar de un mundo tan compulsivo, donde se compra a destajo sin saber por qué, muchas veces con el fin de tapar nuestras carencias afectivas.
Se debería ir hacia un mundo donde enseñaran valores a los niños, y el sentido del esfuerzo. Los niños que quieren satisfacción inmediata todo el día, sin que hayan recibido frustración y límites por parte de los padres, buscarán lo mismo de jóvenes, dinero rápido, gastado rápido, sin sentir el valor, ni el esfuerzo de las cosas y no serán capaces de enfrentarse a la dureza de la vida, en forma de estudios universitarios más complicados donde el esfuerzo es fundamental o un simple trabajo que requiera ciertos límites y normas. Para ello es importante la educación tanto dentro de casa como en la escuela. En ambos lados sería importante inculcarle al niño el gusto por el aprendizaje, la lectura, la información de forma amena, participativa y responsable. Tiempo y dedicación.
Los niños suelen ser curiosos por naturaleza. Generalmente si se despierta interés en ellos, se involucrarán en las tareas de forma relativamente fácil, animados por su propia capacidad de aprendizaje. El desarrollo de esta capacidad se suele ver afectada negativamente por el exceso de permisividad total que colinda con la dejadez, permitiendo al niño que haga lo que le dé la gana, sin marcar ningún límite o bien lo contrario, desde el sobreesfuerzo y la excesiva exigencia, marcándole al niño todo lo que ha de hacer de forma machacante (aprender como un loro que a largo plazo no le servirá de mucho).
Es importante manejar dos energías: tanto la autoridad, que no autoritarismo, como la flexibilidad y el disfrute en el aprendizaje.
Dori Pena Gayo - Psicóloga y Terapeuta Gestalt
domingo, 26 de enero de 2014
Los hijos necesitan escuchar "te quiero" por parte de los padres
Cuando un padre o madre da por supuesto el "te quiero" hacia su hijo y no lo expresa, el niño no tiene la madurez de pensar "a mi padre le cuesta expresar las emociones". Al niño le faltan "te quieros" expresados en su haber, y eso provoca carencia emocional y falta de autoestima. Si el niño no se siente estimado por sus padres que son su referente a seguir, se hará lo mismo a sí mismo, no se estimará. Es importante expresar lo que sentimos, y más hacia un hijo, no darlo por supuesto.
miércoles, 22 de enero de 2014
Un twitter de Claudio Naranjo hablando de la escuela
"La mayoría de las escuelas son centros de domesticación, arrojan al mundo personas egoístas, y niños que no son capaces de ser felices".
https://twitter.com/ClaudioNaranjoo
https://twitter.com/ClaudioNaranjoo
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